Nuestra vida transcurre en la tierra siempre al amparo del cielo, unas veces despejado, otras nublado y en otras ocasiones con truenos, tormentas que incluso parece que se va a caer sobre nosotros.

Es una réplica exacta de lo que es nuestra vida, momentos de felicidad, momentos no tan felices y desgracias.

Siempre he sido de los que han dicho que después de las tormentas siempre sale el sol y quiero seguir creyendo en ello, aunque hay momentos como este en que es casi imposible ver el final de la tormenta.

Sé que llegará y sé que será duro el camino, pero también sé que no lo recorro solo.

Quiero dedicar este post y este blog a mi madre, que creyó en mí y me animó, que me apoyó al 100% para comprar mi cámara, esa que plasma lo que veis aquí.

Allá donde estés gracias. Tu hueco es muy grande pero tu recuerdo aún lo es más.

Va por ti mamá.