En el año 2017 decidí, no sé muy bien porqué aún, en que tenía la necesidad de compartir mi afición con todos vosotros. Dejando claro desde el principio que no estoy aquí para mostrar unas fotos de grandísima calidad, ni siquiera correctamente ejecutadas, siendo consciente de que me faltaba aprendizaje y técnica, es quizás la manera de obligarme a mejorar cada día y es la manera de compartir algo que llevo dentro.

La segunda parte de esta historia llegó por accidente, los textos. Algo debió pasar en mí que noté la necesidad de contar con palabras lo que procuraba decir con imágenes o simplemente contar que es lo que a mí me provocaba.

Debo reconocer que nunca esperé tener la acogida ni las palabras que me habéis dedicado y eso, me ha animado a seguir aunque haya veces que he dudado de todo y que haya pensado en cerrar el blog. Gracias por ser mi soporte y gracias por aguantarme.

Con esta entrada me gustaría hacer un repaso a esos casi 4 años de blog.

Un loco obsesionado con la luna y con captar su belleza se da de bruces una y otra vez, sin darse cuenta que quizás ella no quiera que su belleza salga de su hábitat natural, el cielo. Tanto es así que cada 3 semanas se esconde de nuestros ojos para que podamos echarla de menos.

Al no poder captar toda su belleza, ese loco se empezó a obsesionarse con su hermano el sol, el que nos regala atardeceres increíbles y nos da la vida para que podamos estar aquí. También se encontró con un problema, el sol tampoco quiere ponértelo fácil, no quiere que olvides que él tiene la fuerza.

Luz, es ese elemento indispensable en fotografía, el que te da la gloria o te arruina una imagen, que obsesión y que gratificante es cuando piensas que has conseguido atraparla.

Viajes al otro lado del mundo donde todo es tan diferente, donde tus sentidos están alerta en cada paso, en cada movimiento, en cada gesto.

Atardeceres de verano con sus cielos rojo fuego y sus nubes creando una ilusión de luz y destellos que te quitan el aliento.

Construcciones milenarias, la violencia del mar y la imponente montaña sagrada que puede hacer temblar los cimientos de la tierra si le apetece.

Reflejos en el agua que muestran una realidad paralela que tienes que mirar al revés porque es increíble que sea lo mismo que a derechas. Vías abandonadas que un día fueron unión de gentes, de vida y reflejos de sombra que nunca es caprichosa.

Cielos que parece que se van a caer aún con más fuerza cuando tu estado de ánimo no está bien, bosques fantasmagóricos que forman un puñado de ramas caprichosas sujetas por un fuerte tronco que da misterio a las construcciones más increíbles del ser humano, juntando naturaleza y vida.

Nubes perdidas por un cielo azul que brilla con la fuerza de un verano cálido y acogedor que todos buscamos inevitablemente y encontramos esas escaleras de sal, que nos llevan de la tierra al agua de una manera suave y apacible.

Una estrella del norte que nos guía en cualquier dirección que quieras tomar porque siempre va a estar contigo. Una estrella que siempre te permite volver a tu casa y volver a mirar con ojos nuevos, si quieres, lo viejo, lo que siempre ha estado y has disfrutado. que se lo pregunten a Fray Luis…

Paisajes arrancados de las rocas para formar un curso de un río fuerte, vigoroso y que separa y une a la vez a gentes que siempre han podido vivir de él.

Todo esto para llegar a otro otoño de mil colores ocres que nos da la bienvenida a un proceso estudiado de generar vida de nuevo. Esa vida que lleva miles de años evolucionando, transcurriendo y que nuestros antepasados se encargaron de dejarnos su huella, piedra a piedra, que durarán miles y miles de años en pie.

Nuestra vida quiere ser una balsa de agua, aparentemente mansa, pero con mucha vida debajo y que refleje lo que queremos ser. Queremos encontrar la belleza y lo bueno a través de esas nubes que nos enseñan que no siempre todo es fácil y despejado. No queremos ser ese vagón abandonado que no se mueve y no tiene un destino, preferimos ser como esos pájaros que disfrutan y dan valor a las cosas aún con una nevada encima.

Este es el loco y este es su camino en 4 años de fotos, aprendizaje y gratitud.

Javier Domínguez.

Febrero 2021.